ME QUEDO EN CASA 17: Viejos cuentos para despertar el ingenio

 LUNES 30 DE MARZO
Buenos días:
Son muchos los cuentos antiguos en los que se proponen acertijos para resolver algún problema, comprobar tu astucia o escapar de algún peligro. A continuación podemos encontrar una buena muestra de ellos que os pueden servir, además de para pasar un buen rato leyendo, para poner a prueba vuestra lógica y vuestro ingenio. Por eso podemos considerarlos cuentos matemáticos.
Pero pensad la respuesta antes de mirarla.
Han sido grabados por un profe del cole a personas mayores del campo. ¡Claro! Antes no iban a la escuela y utilizaban estas pequeñas historias para desarrollar su inteligencia. ¡Y qué sabios eran! 
😷

La historia del que tenía que atravesar un río sin dejar sola a una muchacha

Éste era un hombre que tenía que pasar un río a tres personas entre las que había una muchacha. Si a ella no la quería dejar sola con los hombres, ¿cómo pasará a los tres?

Respuesta:
Primero pasa a la muchacha y vuelve.
Coge a uno de los hombres y lo pasa donde está ella.
Coge a la muchacha y la vuelve a poner donde al principio.
Coge al otro hombre y lo pasa.
Y ya va a por la muchacha.
😏

 El pastor de las cinco ovejas

Pasó un rey al lado de un pastor y le dijo:
-Hola, pastor de las cinco ovejas.
El pastor le contestó:
-Hola, campana gorda -porque iba con la capa y parecía una campana-. Yo para guardar cinco ovejas, tengo que guardar estas que tengo, otras tantas como éstas y la mitad de éstas.
¿Cuántas tenía?

Respuesta: 
Dos ovejas.
😏

El niño y los garbanzos

Un hombre pasó cerca de una casa de gente pobre y vio que fuera, en la puerta de la casa, había un chiquillo jugando al lado del fuego. El niño metía y sacaba la cuchara en una olla. Y el hombre le preguntó:
-Niño, ¿se puede saber qué es lo que estás haciendo?
-Nada, cazando al que sube y esperando al que baja.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Pues que, como la olla está hirviendo, estoy cazando y comiéndome los garbanzos que suben por el hervor y esperando a que suban los que están todavía abajo.
Al hombre, que era muy aficionado a los acertajones, le gustó mucho éste que le había dicho el niño y, cuando se fue para su pueblo, se lo dijo a todos sus conocidos y nadie lo acertó.
😏

El niño listo

Como antes las casas del campo no estaban unidas sino unas muy separadas de otras, pues de vez en cuando llegaba gente de fuera y no conocía a los niños, del tiempo que hacía que no iba por allí. Un día llegó un hombre a una casa preguntando por una señora y no estaba nada más que el niño y le dice:
-Niño, ¿tu madre dónde está?
Y le contesta:
-Mire usted, mi madre no está aquí.
-¿Dónde está?
-Está en casa de la vecina.
-¿Y qué hace tu madre en casa de la vecina?
-Está amasando el pan que nos comimos la semana pasada.
-Niño, ¿y eso cómo es?
-Pues que mi madre pide pan prestado y después hace el amasijo para pagar el pan que le han prestado. Y cuando paga con su trabajo, ya puede seguir pidiendo prestado.
Y después le dice:
-Niño, en vista de que eres tan listo, dime cuál es el manjar de los manjares.
-Mire usted, en mi casa no hay de eso ahora mismo, pero voy a buscar porque mi madre lo pone en la azucarera de la casa para que las ratas no se lo coman cuando tenemos, claro-.
Entonces empezó a buscar, a buscar, y encontró un cuscurrillo de pan muy roído por los ratones y le dice:
-Aquí tiene usted el manjar de los manjares.
-Está muy bien, está muy bien. Bueno, pues en vista de todo esto, dime cuál es el ramo de flores de dos mil colores.
-Mire usted, de eso sí hay en casa.
Y fue y le sacó una cucharada de miel y se la llevó. Y le dice:
-Aquí tiene usted el ramo de dos mil colores pero faltándole uno.
-¿Y cuál es el que le falta?
-La adelfa que está en los ríos.
Y es que las abejas no chupan de las flores de las adelfas.
😏

El pastorcito y el rey

Había una vez un rey que estaba muy triste porque no tenía hijos. Un día escuchó hablar de un pastorcillo que era muy listo y quiso conocerlo. El rey le dijo que si era capaz de contestarle a tres preguntas lo llevaría al palacio a vivir con él. El zagalillo le dijo que estaba de acuerdo y el rey le hizo la primera pregunta:
-¿Sabes cuántas gotas de agua hay en el océano?
El muchacho pensó un instante y le contestó:
-Que paren el agua de los ríos para que no entren más gotas y yo las contaré.
El rey se dio por satisfecho con la respuesta y le hizo la segunda pregunta:
-¿Sabes cuántas estrellitas tiene el cielo?
El niño contestó:
-Setecientos cincuenta y tres mil millones.
El rey le dijo que no lo creía, así que el muchacho le respondió que las contara él para darse cuenta de que era verdad. Y el rey, viendo que no sería capaz, pasó a la tercera pregunta:
-¿Y sabes cuántos segundos tiene la eternidad?
El niño miró a lo lejos y, viendo que un gorrión se estaba afilando el pico en lo alto de una montaña, dijo:
-Cuando el pájaro haya gastado la montaña habrá pasado el primer segundo de la eternidad.
El rey se quedó asombrado y se llevó al muchacho al palacio. En el camino le preguntó si creía que le gustaría vivir con él, y el zagal le contestó que esa era ya otra pregunta y que le respondería cuando pasaran algunos años.
La verdad es que el niño vivió muy feliz en el palacio durante mucho tiempo porque el rey lo trató como si fuera su hijo.

El zapatero y sus tres hijas

En tiempos de Maricastaña había un zapatero que vivía con sus tres hijas cerca de un castillo. Todos los días, las hijas del zapatero subían a la azotea de su casa para regar las macetas y, entonces, el príncipe las observaba desde una ventana del castillo.
Un día, el zapatero escuchó entre los vecinos que el príncipe se había quedado prendado de la belleza de sus hijas y que se casaría con la más inteligente. Ni corto ni perezoso, el zapatero animaba a las muchachas a que subiesen a la azotea de una en una, a ver qué pasaba.
El primer día subió la mayor y el príncipe le dijo:
-Niña que riega las plantas, ¿cuántas hojitas verdes tiene la mata?
La niña no supo qué contestar y salió corriendo escaleras abajo muertecita de vergüenza. En seguida llamaron a la puerta. Eran los soldados del príncipe:
-Venimos a por su hija mayor.
Y se la llevaron a los sótanos del castillo.
Al día siguiente subió la segunda hija y el príncipe le preguntó lo mismo:
-Niña que riega las plantas, ¿cuántas hojitas verdes tiene la mata?
Pero la niña tampoco supo qué contestar y también se la llevaron presa al castillo.
Al tercer día subió la pequeña y cuando el príncipe le hizo la misma pregunta que a sus hermanas…
-Niña que riega las plantas, ¿cuántas hojitas verdes tiene la mata?
Ella le contestó:
-Príncipe que todo lo sabe, cuando sueltes a mis hermanas te daré la clave.
Y cuando bajó a su casa, allí la estaba esperando los soldados. Su padre estaba muy triste viendo cómo se había quedado sin sus tres hijas, pero la pequeña, mientras se la llevaban le dijo que no se preocupara, que ella volvería con sus dos hermanas.
Cuando llegó al castillo, lo primero que hizo fue pedirle al príncipe que dejara libres a sus hermanas. Y el príncipe le contestó:
-En esas dos puertas las tienes. Una está en la puerta roja y la otra en la puerta verde. Y aquí tienes dos bolas, una roja y otra verde. Si las lanzas a la vez y pega cada una en la puerta que tiene que pegar, las dos se abrirán y tus hermanas quedarán libres.
La niña lanzó las dos bolas de manera que la roja diera en la puerta verde y la verde en la puerta roja. Inmediatamente se abrieron las dos puertas y salieron sus hermanas asustadas como dos perrillos.
El príncipe se entusiasmó con el valor que había tenido la chiquilla y decidió casarse con ella. Su padre y sus hermanas se fueron a vivir con ellos al castillo y allí comieron tantas perdices que se empacharon.
😏

El novio rechazado

 Había un muchacho que se apellidaba Calvino y que pretendía a la hija del dueño de un cortijo, pero el padre no lo quería ni ver.
Todas las noches se acercaba a la ventana para cortejarla hasta que un día, cuando llegó, vio que ella le había dejado cuatro platos en la ventana: uno con cal, otro con vino, otro con sal y otro lleno de tierra. El muchacho enseguida se dio cuenta de lo que le quería decir ella, así que ya no volvió más por allí.
¿Por qué no volvió más?
Pues porque juntando los cuatro platos se podía entender la frase: CALVINO, SAL DE ESTAS TIERRAS.
Esto es lo que había en los platos:
CAL----VINO----SAL----TIERRA
😏

El hay y el no hay

Una muchacha tenía un novio que era de campo y otra tenía un novio y era de pueblo. Decía una:
-Mi novio sabe más porque es de campo.
Y decía la otra:
-No, sabe más el mío porque es del pueblo.
-Bueno, ¿y cómo se va a comprobar cuál de ellos sabe más?
-Pues tú le vas a decir al tuyo que compre un cuarto de “hay” y otro de “no hay” y yo se lo voy a decir al mío. Y el que lo traiga es el que sabe más.
El del pueblo se fue y llegó a una tienda:
-¿Tiene usted un cuarto de “hay” y otro de “no hay”?
-¡No!
Llegaba a otra y nada. Y así recorrió todo el pueblo y no encontró nada. Y el del campo fue y arrancó un cardo que le dicen “tientayernos” y con las púas y todo se lo metió en el bolsillo. Y le pregunta la novia:
-¿Has encontrado un cuarto de “hay” y otro de “no hay”?
-Sí.
-¿Y dónde está?
Y señalando los bolsillos le dice:
-Aquí traigo el de “hay” y aquí el de “no hay”.
Ella fue a meter la mano en un bolsillo y dice:
-Aquí no hay.
-Pues ese es el cuarto de “no hay”.
Y después metió la mano en el otro bolsillo, donde tenía el cardo, y ella grita:
-¡Ayyy!
-Ahí tienes el cuarto de “hay”.
Y el del pueblo todavía está buscando el “hay” y el “no hay”.
😏

Cómo se llama el perro

Un muchacho que pretendía a una muchachita le preguntó cómo se llamaba su perro para poder llamarlo y ella le contestó:
Como tú estás de mí

y yo estoy de ti

se llama el mastín.
Y el nombre del perro era Sujeto porque ellos, como estaban enamorados, estaban sujetos el uno al otro.
😏

El vestido de la novia

Le dice un novio a la novia:
-Te voy a comprar un vestido. Dime tú el color que te gusta para yo comprarlo a tu gusto.
-Pues mira, te lo voy a dar escrito en un papel y cuando vengas otro día ya sabrás el color.
Y le escribió esto:
Para el enamorado:

Si eres discreto y atrevido

ahí llevas mi nombre

y el del vestido.
Y es que ella se llamaba Elena y su color preferido era el morado.
😏

El nombre de la novia

Era uno que tenía novia y no sabía su nombre.
-Bueno, otro día te lo diré –le dijo ella.
Fue otro día el muchacho y no encontró a nadie. Sólo vio que había una tina o tinaja y una flor en el patio que ella se las dejó así para que lo adivinara. Y ya he dicho el nombre de ella.
El nombre era Florentina, Flor-en-tina.

NOTA: Este cuentecillo existe también como adivinanza:
Detrás de una esquina

hay una tina

llena de flores,

a ver si aciertas mi nombre.
😏

De un naranjo, un santo

Este era uno que tenía un naranjo que nunca echaba frutos. Entonces agarró y lo cortó para que hicieran un San Sebastián. Cuando ya estaba hecho, él le cantó:
Mozo San Sebastián:

en mi huerto te criaste

y nunca fruto te vi,

los milagros que tú hagas

que me los paguen a mí.
😏

El viejecito de la leña

En los tiempos de María Castaña vivieron un padre con sus tres hijas. Como se había casado algo mayor, tenía ya tantos años que apenas podía trabajar para comprar alimentos, vestidos y zapatos para sus hijas. Su mujer hacía ya años que había muerto.
Todos los días salía al bosque, recogía leña y la vendía cuando podía. Sus hijas siempre lo esperaban en la ventana para ver lo antes posible si ese día había habido suerte y podían comer algo.
Un día fue a palacio a venderla, entró por la puerta de la cocina y el cocinero lo echó:
-Aquí no hace falta leña, márchese.
El rey, que estaba en el balcón, dijo:
-Un momento.
El viejecito le explicó su mala fortuna y el rey le dio una bolsa con monedas de oro, pero le puso una condición: tenía que comprar un borrico y volver al día siguiente con él, subido y sin subir, porque si no peligraría su vida.
Al llegar a su casa le explicó lo ocurrido a sus hijas y les dijo que no se hicieran ilusiones con tantas monedas. Pensaron en la solución y la hija más pequeña dijo enseguida:
-Ya está. Tienes que ir con el borriquito, con un pie en él y otro en el suelo y así irás subido y sin subir.
Al día siguiente se presentó así ante el rey y como premio le dio otra bolsa de monedas, pero le puso otra condición: tenía que volver al día siguiente subido y sin subir y calzado y sin calzar.
Al llegar a la casa se repitió la misma escena y de nuevo la más pequeña ofreció la solución:
-Es facilísimo, tienes que ir con un pie sin zapato encima del burro y el pie del suelo sin calzar.
-¡Qué buena idea!
Volvió el padre al palacio y otra vez le dio el rey una bolsa de dinero, pero con otra condición: tenía que volver subido y sin subir, calzado y sin calzar y con tres doncellas embarazás.
Llegó muy triste a su casa, porque eso sí que era difícil, pero la más pequeña de sus hijas, después de pensar un rato, dijo:
-Mis hermanas y yo nos pondremos unas barrigas postizas y así iremos al palacio montadas en el burro.
Iban tan guapas que el mismo rey se quedó prendado y las invitó a una fiesta. Y les preguntó lo que querían comer.
La mayor pidió venado en salsa, la mediana carne mechada y la pequeña nieve asada.
Los cocineros complacieron a las dos mayores, pero no supieron preparar la nieve asada, así que fueron a decírselo al rey. Muy preocupado, el rey se dirigió a ella:
-Es imposible preparar este plato.
A lo que la muchacha contestó:
-Si no puede ser nieve asá, tampoco puede ser doncella embarazá.
Ante esta respuesta, el rey pensó que la muchacha bien podría ser una perfecta reina, así que en el transcurso de la fiesta pidió su mano al viejecito y días después se casaron y fueron muy, muy felices.
😏

Tú me miras, yo te entiendo

Era un pastor que le decía una y otra vez a su perro:
Tú me miras, yo te entiendo.

Tú tienes y yo también tengo.

Pide a quien no tenga y te dará,

que cuando yo no tenga te daré.
Lo que pasaba era que al pastor no le iban demasiado bien las cosas y, cuando su perro lo miraba, le decía siempre lo mismo. Lo que tenían los dos era hambre, por eso le decía al perro que tenía que pedir –comida- a quien no tuviera –hambre-.
😏

La adivinanza del preso

Una vez un rey metió injustamente en la cárcel a un hombre muy mayor. El hombre tenía una hija que iba a visitarlo pero no la dejaban que le llevara nada de comida, así que el hombre pasaba mucha hambre. Como la hija veía estas necesidades que pasaba su padre, fue a hablar con el rey a ver si lo dejaban libre. Y el rey, que era muy aficionado a los acertajones, le dijo:
-Si eres capaz de ponerme un acertajón que yo no lo adivine, te concedo la libertad de tu padre.
Entonces ella le puso este:
Antaño fui hija,

ahora soy madre,

hija que ha criado

al marido de mi madre.

Aciértamelo, rey, y si no

devuélveme a mi padre.
 El rey, por más que pensaba, no dio con la solución, así que llamó a la muchacha y le dijo que se daba por vencido y que le daba la libertad a su padre, pero que antes le explicara la respuesta. La muchacha se la dijo:
-Antaño fui hija porque yo soy hija de mi padre; ahora soy madre porque hace poco que he tenido un crío; hija que ha criado al marido de madre porque cuando vengo a visitar a mi padre le doy de mamar a través de los barrotes para que no se muera de hambre.
El rey no sólo le dio la libertad al padre sino que se dio cuenta de lo valiente que era la mujer por salvarlo.
😏

La otra adivinanza del preso

Era uno que estaba en la cárcel condenado a muerte y tenía tantas ganas de salir que un día le dice al juez:
-Señor juez, si me acertáis el acertaón que yo os diga pues no me perdonas la vida y si no me lo acertáis me perdonas la vida.
-Venga, a ver qué es lo que nos vas  decir.
Y el preso empezó:
Desde lejos, tierra,

te vi venir,

triste y llorosa por mí,

con ocho ojos,

cuarenta uñas

y ocho pezuñas.
Nadie de los que estaban  allí se lo acertó y le perdonaron la vida.
Y es que él veía, por la ventana de la cárcel, a su mujer que venía a verlo montada en un burro y el ruchito detrás. Ella y su hijo en brazos hacían cuarenta uñas, los dos burros hacían ocho pezuñas y todos juntos ocho ojos.
😏

El arriero y los nombres de sus burros

Era un arriero viejo que tenía cuatro burros. Uno se llamaba Ojalá, otro Alegría, otro Contento y una burra que se llamaba Pena. El primero se estaba muriendo y el hombre decía en voz alta desde dentro de su casa:
-Ojalá, no te mueras, que me dejas con Alegría y Contento y tengo que vender la Pena para enterrar tu cuerpo.
Y los vecinos, que lo escuchaban desde la calle y desde sus casas, pues pensaban que se refería a otras cosas.
😏

La herencia está en el patio

Un matrimonio tenía varios hijos. Los padres eran muy mayores y el padre estaba ya muy malo, estaba dando la voceá, se iba a morir, así que reunió a los hijos y les dijo:
-Os he reunido aquí para repartir las tierras que tengo. Al mayor le voy a dejar diez, al otro cinco, al otro cuatro y al chico tres.
Los hijos se miraron como diciendo que ellos nunca habían visto más tierras que las del patio de la casa, y dice entonces el más chico:
-Papá, ¿y dónde tiene usted esas tierras que nunca las hemos visto?
Y el padre le contestó:
-Ahí en el patio las tenéis, lo único que el que quiera conseguirlas tiene que cavar y así, para abajo, para abajo, las encontrará. Y el que quiera más, que cave hondo.
😏

La mujer que besó al cura

Iban dos mujeres por la calle cuando se encontraron con un cura y una de ellas fue y le dio un beso en la cara al cura. Y le dice la otra:
-¿Le vas a dar un beso al cura? ¡Qué vergüenza!
La otra le contestó:
La madre que me parió a mí
parió a la madre del cura que va ahí.
Y es que el cura era su hijo.
😏

La adivinanza del pastor

Salió un bando en un pueblecito en el que una princesa decía que aquella persona que le dijera una adivinanza y ella no la acertara, se casaría con ella.
Y, entonces, un pastor se enteró de la noticia del bando y le dijo a la madre que estaba dispuesto a ir a decirle una adivinanza a esta princesa. Bueno, la madre creyó que este hombre no estaba muy bien de la cabeza, pues decirle una adivinanza a la princesa iba a ser un lío!. Y entonces le hizo una tortilla envenenada y se la echó en una burra que tenía, en unas alforjas.
Por el camino, él estaba un poco cansado, el camino era largo y se sentó un poco a descansar. La burra (que se llamaba Paula), cogió las alforjas, se comió la tortilla y se murió. Entonces dice:
-Oh, se ha muerto la burra! Y ahora qué hago?
Salió andando y un poco más adelante observó que unos pajarracos (buitres) venían, empezaron a comerse a la burra y se murieron también. Dice:
-Bueno, pues voy a coger un pajarraco y me lo voy a echar a cuestas.
Se echó el pajarraco a cuestas y, al pasar por unas cuevas que había unos bandoleros, se lo robaron, porque se creían que era un pavo. Los bandoleros cogieron el pavo, lo asaron y lo prepararon, se lo comieron y de seguida se murieron. Entonces él dice:
-Estos cadáveres no los puedo yo dejar aquí!.
Había un río que pasaba por abajo, cogió a uno de los cadáveres y lo echó, y el agua se lo empezó a llevar hacia abajo. Entonces, un cuervo vino y, como iba boca arriba, empezó a tirarle pellizcos en los ojos.
Pues nada. Así quedó la cosa. Y ahora le entró ya hambre y, como llevaba una escopeta, dice: "Voy a tener que buscar algo pa comer", porque la tortilla se la había comido la burra. Total, que coge la escopeta y empieza a ver si veía algún conejo o algo. Pasó uno y le tiró y resulta que ese se fue y mató al que iba detrás, y observó que era una coneja que estaba preñá. La cogió, la rajó y le sacó los gazapitos y, como no había leña por allí, llegó a una iglesia caída que había, muy vieja, y allí no había leña ni ná, pero había unos papelotes, había los libros de misa y cosas de esas, y entonces hizo una candela; pinchó los gazapitos con un pincho y los asó en esa lumbre. Y comió esa carne.
De todo esto que le había pasado, él sacó la adivinanza que le iba a decir a la princesa. Así que la adivinanza en concreto es así:
Paula la muerta mató a tres.

Tres mató a cuatro.

Yo vi un muerto correr

y un vivo comer de él.

Tiré al que vi.

Maté al que no vi.

Comí carne que no era nacida

ni por nacer

y la asé con palabritas de Dios.
 Esa es la adivinanza. Y eso no lo acertó la princesa por nada del mundo y se tuvo que casar con el pastor.
😏

El príncipe y la cateta

Había una vez un príncipe de un reino que quiso echarse una esposa, pero no sabía cómo elegir a la futura princesa, así que le preguntó a su padre el rey:
-Papá, ¿cómo puedo elegir a mi futura esposa?
El rey contestó:
-Hijo, construye un barco y la mujer que acierte su falta será tu esposa.
Entonces el príncipe construyó el barco y lo puso es exhibición. Vinieron princesas muy hermosas de todas partes para ver el barco para ver si podían adivinar la falta del barco y casarse con él. Pasaron días y muchas princesas, pero ninguna podía adivinar la falta.
Un día llegó una muchacha del campo toda sucia y muy mal vestida, y miró al barco y dijo:
-A este barco le falta que le caiga encima el agua de abril y mayo.
El príncipe se quedó sorprendido porque, de todas, la campesina fue la única que había adivinado la falta del barco. El príncipe no sabía qué hacer porque no se quería casar con la campesina. Fue corriendo a su padre y le contó lo que había pasado y entonces el rey le sugirió que le pusiera otra prueba a la campesina para que la fallase y no tuviera que casarse con ella.
El príncipe estuvo de acuerdo. Al día siguiente, fue a hablar con la campesina y le dijo:
-Campesina, tengo otra prueba para ti, tienes que venir vestida sin vestir, lavada sin lavar, calzada sin calzar.
Entonces, la campesina se fue a su casa e hizo exactamente lo que el príncipe le había pedido: llegó vestida sin vestir porque se había echado por encima la piel de una vaca y así no iba desnuda pero tampoco vestida, lavada sin lavar porque sólo se había lavado los pies y calzada sin calzar porque sólo llevaba zapato en un pie. Cuando el príncipe vio que la campesina había superado la prueba otra vez, fue a consultar con el rey, porque no sabía qué hacer. El rey entonces le propuso otra prueba que sería imposible de superar. El príncipe fue y habló con la campesina:
-Tienes que subir las escaleras del palacio de un solo salto.
La campesina se encontró en apuros, pero pensó que su cabra podía subir las escaleras de un salto. Y así fue. Se presentó en el palacio subida en su cabra, le pegó con su látigo y la cabra dio un gran salto y subió las escaleras.
El príncipe se convenció de que esa muchacha era mujer para él porque había hecho todo lo que le había pedido demostrando su amor por él. Mandó que la prepararan para casarse, la lavaron y la vistieron. Cuando el príncipe la vio no lo podía creer, era muy hermosa, sólo que estaba escondida por la suciedad y sus pobres ropas.
Se casaron y fueron felices todos los días de sus vidas.
😏

El cuento de las patas

Este texto es, a la vez, una pequeña historia, un acertijo y un trabalenguas, y como tal cobra más fuerza y gracia cuando se dice de corrido y con rapidez, provocando en el auditorio cierto desasosiego ante un posible error en la pronunciación.
Estaba dos patas

pelando una pata,

vino cuatro patas

y le quitó la pata

a dos patas.

Cogió dos patas

a tres patas,

se la tiró a cuatro patas

y le quitó la pata.

Respuesta:
Dos patas es una mujer que pela o come una pata de pollo u otro animal. Cuatro patas es un gato, un perro o un zorro que arrebata a la mujer su comida y ésta le arroja unas trébedes -tres patas- para recuperarla.
😏

La mejor carne del mercado

Una vez había un señorito que tenía un mozo. Y le dice:
-Anda, ve y me traes un kilo de carne de la más buena que haya en la plaza.
Y él le llevó un kilo de lengua.
Al llegar, le dio la carne y dice:
-Bueno, pues está bien. Ahora me vas a traer un kilo de carne de la más mala que haya.
Entonces, fue y le trajo otro kilo de lengua. Y le dijo:
-Pues está muy bien. Esto es lo que yo quería.
Porque le trajo un kilo de lengua, que es lo más bueno que hay, y un kilo de lengua que es lo más malo que hay. Una mala lengua derriba al mundo entero y una buena lengua aclama al mundo entero.
😏

La mujer engañada

Este era un hombre que tenía una mujer por ahí que nunca iba a verla, pero sí le mandaba todos los años (como había sido su mujer antes), con el mozo que tenía, le mandaba doce fanegas de trigo y un pellejo lleno de aceite y un cerdo.
Y aquel año dice:
-Bueno, pues este año, ya que no la veo nunca, le voy a quitar dos fanegas de trigo y una pata del cerdo. Y de aceite le voy a mandar menos.
Y ahora, para que nadie supiera lo que le escribía, ella le mandó esto con el mozo:
Doce meses tiene el año,

¿por qué diez?

Cuatro patas tiene un cerdo,

¿por qué tres?

Pez que no pegaba,

¿por qué pega pez con pez?
El mozo le llevó el papel y el hombre lo comprendió, pero nadie más, ni siquiera el mozo.
😏

El boticario y su hija

Entre el boticario y su hija,

el médico y su mujer,

se comieron nueve naranjas

y todos tocaron a tres.

¿Cómo pudo ser?

Respuesta:
La hija del boticario y la mujer del médico son la misma persona.
😏

Allí vienen nuestros padres 

Estaban dos mujeres hablando cuando vieron venir a gente a lo lejos. Entonces dijeron: 
Allí vienen nuestros padres, 
los padres de nuestros hijos,  
los maridos de nuestras madres 
y nuestros propios maridos.

Respuesta:
Cada una de las dos mujeres estaba casada con el padre viudo de la otra.
😏

La mujer del medio

Dos hombres hablaban de dos mujeres que se acercaban. Y dijo uno de ellos:
-De esas dos que vienen por ahí abajo, la del medio es mi hermana.
-¡Pero si solamente hay dos!
-Pues de las dos, la del medio es mi hermana.
¿Cómo podía ser?

Respuesta:
Se refería a la que traía una pieza de medio kilo de pan. Para proponer el acertijo, se aprovecha el parecido fonético de “la del medio” con “la de en medio”.
😏

La mujer que está en medio

Iban dos por la calle y, al pasar por debajo de un balcón, uno le dijo al otro:
-De las dos que hay en el balcón, la que me gusta más es la que está en medio.
El otro creía que se estaba pitorreando de él, pero el hombre iba en serio. ¿Cómo era eso posible?

Respuesta: 
En esta ocasión, “la que está en medio” es la que está sentada sobre un medio, recipiente tradicional utilizado para medir el grano.
😏

Cada cual

Cinco palomas volando,

cinco cazadores cazando.

Cada cual mató a la suya

y las demás se fueron volando.

¿Cómo pudo ser?

Respuesta:
Cada Cual es el nombre de quien mató la paloma.
😏

El racimo de la parra pormirar

Era un matrimonio que tuvo una hija. Desgraciadamente, la madre murió y el padre se volvió a casar con una viuda que tenía dos niñas. El padre salía muchas veces a trabajar y llevaba caramelos a la casa, pero la viuda, cuando el padre se iba de nuevo, se lo daba a sus hijas y la hija de él le daba los más malos.
Un día, el hombre tuvo que ir al pueblo y se acordó de que nunca hablaba con su hija, así que le preguntó:
-Hija, ¿qué quieres que te traiga del pueblo?
La niña tenía pena de que su padre no la quisiera y le contestó:
-No, nada, nada, gracias.
Pero el padre siguió preguntando:
-Pero... yo quiero traerte algo, que nunca te traigo nada.
Y entonces le dijo la niña:
-Bueno, tráeme un racimo de la parra pormirar.
El padre lo buscó por todas las tiendas y por los campos sin conseguir encontrarlo y volvió para su casa disgustado. En el camino se encontró con una vieja que le preguntó:
-¿Qué le pasa a usted que va tan disgustado y pensativo?
-Pues que mi hija me ha encargado un racimo de la parra pormirar y no lo he podido encontrar.
Entonces, la vieja le dijo:
-Porque un racimo de la parra pormirar es una hija por la que no se mira bastante. Para que usted vea que una hija no se encuentra donde quiera que la busque.
El hombre se fue muy contento y le compró muchos regalos a su hija. Desde entonces, vivieron felices y comieron perdices.
😏

🙋¡HASTA MAÑANA!🙋
Intenta inventar historias de este tipo. Si te aficionas, nos dejarás con la boca abierta.

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